Monseñor Ignacio Trejos Picado
Obispo Emérito de San Isidro de El General
Gran servicio le ha hecho a nuestra causa, la señora Vice-Ministra Amparo Pacheco al comentar mis letras, que no fueron publicadas en el periódico La Nación, pues así podré explicar a los amables lectores de este periódico las razones que me motivan para abandonar una neutralidad estéril, en este debate tan crucial, que tenemos los costarricenses sobre el rechazo o aprobación del Tratado de Libre Comercio. ¿Por qué no puedo ser neutral, doña Amparo? En su artículo, usted misma me responde a esta pregunta. Veamos por qué.
¿Interpretaciones erróneas? No más de entrada, me descalifica usted al aducir que "Los acuerdos comerciales que se negocian entre los países tienen un lenguaje muy técnico". Será por eso mis "interpretaciones erróneas" Me descalifica a mí y a todos los costarricenses, soberanos, que debemos tomar una decisión sobre este tratado y que no somos "técnicos". La verdad, yo no tengo ninguna razón para serlo. Su criterio es el mismo del señor Presidente de la República cuando afirmaba a los medios de comunicación que era mejor que el costarricense lea novelas, y que deje esos textos aburridos a los expertos. Serían únicamente ustedes los que leerían el texto y nos dirán después qué hacer con nuestro voto. Y cual ovejas que vamos al matadero, haremos únicamente lo que los "técnicos" nos digan que hagamos. No, doña Amparo. Nuestro pueblo es un pueblo educado. Es un pueblo maduro, capaz de leer y capaz de entender, como leyó y entendió las leyes del "Combo del ICE" cuando las tuvo en sus manos. De ahí la responsabilidad de cada uno de nosotros, los costarricenses, de informarnos de primera mano, y no sólo escuchar la publicidad elaborada por los "técnicos" en comercio o en publicidad. Usted dirá, técnicos en qué. Primera razón, por la cual no puedo ser neutral. La Patria me exige un esfuerzo de informarme e informar a otros.
Sobre el "escándalo" Dice usted que he salido a los medios de prensa "escandalizado" por una frase que contiene el Tratado. Ese texto es el siguiente "Ninguna disposición de este Capítulo se interpretará en el sentido de impedir que una Parte adopte medidas que sean necesarias para proteger la salud o la vida humana, animal y vegetal, siempre y cuando dichas medidas no se apliquen en forma que constituyan una restricción al comercio entre las Partes" (Art. 9.14 del TLC). Agrega que en la trascripción faltó una frase del texto: "Siempre y cuando dichas medidas no se apliquen en forma que constituyan un medio de discriminación arbitrario o injustificable entre las Partes" y finalmente nos da su interpretación de ese artículo: "Es decir, que los países podrán tomar las medidas adecuadas para proteger sus objetivos legítimos siempre y cuando no lo hagan de manera discriminatoria o injustificada." Con esta frase, señora Vice-Ministra, nos quería decir que entendimos mal la cosa, pero en realidad nos está dando la razón. Estamos diciendo los mismo. En lo que sí diferimos es en los alcances éticos de este artículo. Usted lo relativiza. No hay que alarmarse. No hay por qué escandalizarse. Pero en este momento no estamos para relativizaciones. Hay que ser muy claros y hablar con la verdad: ninguna medida debe ser considerada discriminatoria o injustificada cuando se protegen objetivos legítimos en materia de protección de la salud, la vida humana, animal o vegetal. Si son objetivos legítimos no hay ni discriminación. La dignidad de la vida humana, el destino universal de los bienes, la búsqueda del bien común antes que el particular, la solidaridad, la subsidiaridad, son valores supremos a cualquier otro valor. Además, son legítimos por ellos mismos, no requieren de legitimación. No admiten dudas y mucho menos, interpretaciones. Y por supuesto, nunca deben estar sujetos a consideraciones de tipo comercial. Cuando Costa Rica decidió sabiamente, comprar medicinas genéricas para la Caja, decisión que ha significado un inmenso bien para la colectividad costarricense, tuvo que tomar "medidas discriminatorias" hacia algunas empresas transnacionales farmacéuticas. Cuando Costa Rica decidió no tener ejército o trasegar armas, y destinar ese presupuesto a la búsqueda del bien común de la sociedad costarricense, debió tomar medidas "discriminatorias" hacia las empresas de armamentos. Costa Rica rechazó la explotación petrolera para proteger el ambiente y a las comunidades indígenas de Talamanca, esas fueron medidas "discriminatorias" hacia ciertas empresas petroleras. También tomamos medidas "discriminatorias" hacia ciertas empresas cuando decidimos con toda valentía, coraje y garra, que podíamos hacernos cargo de los seguros, de la electrificación y de las telecomunicaciones en Costa Rica. Y lo hemos hecho más que bien, repartiendo esa riqueza entre todos los costarricenses, seguros como estamos, de nuestra capacidad técnica y humana. (Un ejemplo de ello es el Proyecto Cariblanco recién inaugurado, seis meses antes de lo previsto, hasta con participación de la empresa privada y a pesar de que más de un gobernante ha querido estrangular esa querida institución llamada ICE). A Dios gracias, como nación nunca hemos tenido dificultad, al escoger el bien común por encima de los intereses particulares. Nunca nos ha importado que ante el mundo parezcamos locos. ¿Quién definirá, a partir de la ratificación del TLC, qué es lo "necesario" para nuestro pueblo? ¿Serán los tribunales arbitrales internacionales, especializados en comercio que reconocerán únicamente el tratado y no nuestras leyes soberanas? ¿Qué les importa a estos tribunales que para nosotros es vital no tener ejército, proteger a las comunidades indígenas, sus territorios y su cultura, proteger a nuestros agricultores, sus semillas y sus cosechas, no producir armas, proteger el ambiente, la flora y la fauna, comprar o producir medicinas genéricas a un mejor precio y con calidad comprobada, distribuir las riqueza que produce el ICE y el INS, entre todos los costarricenses? ¿Cómo explicar la esencia misma del "ser costarricense" ante tribunales comerciales? Ese artículo, que se repite en muchos otros capítulos del TLC, ratifica mis temores: serán las empresas transnacionales las que definirán nuestro futuro… y en Tribunales externos a mi país. Nuestras leyes y nuestro régimen judicial no tendrán nada más que decir. Pero además, en este artículo queda confirmado que no será el comerciante el que deberá demostrar que su actividad económica no afecta la vida humana, animal o vegetal, como tradicionalmente lo hemos hecho en Costa Rica, y en buena lógica así debe ser. Ahora los naciones deberemos demostrar que nuestras políticas, económicas, sociales y ambientales que protegen la vida, no afectan el comercio. El descargo de la prueba se ha invertido. La ética nos dice que cuando un valor, de rango inferior, o peor aún, un anti-valor, toma supremacía sobre un valor supremo, estamos frente a una perversión. Si aprobamos este TLC habremos pervertido nuestra escala de valores, que ha hecho de Costa Rica un ejemplo para el mundo. El comercio estará por encima de los valores que protegen la vida, en todas sus dimensiones.
La generalización de un error El otro argumento que utiliza usted, para descalificar mis opiniones es que esa perversión de la que hablo y que muchos costarricenses estudiosos del tema, que merecen toda mi consideración y respeto, ya han denunciado hasta el cansancio; esa perversión de considerar el comercio como valor supremo, sobre la vida humana, animal y vegetal, ya existe en otros tratados firmados anteriormente por Costa Rica ¡Albricias! Tremendo consuelo me da, doña Amparo. La generalización de un error ético (o de cualquier otra especie) jamás debe ser un argumento para legitimarlo, menos aún cuando sabemos que la dimensión de los impactos de estos tratados no tiene ningún punto de comparación con el tratado que nos ocupa. Finalmente, debo señalar que la responsabilidad de la aprobación de esos tratados firmados en el pasado, fue de los técnicos y de los políticos de turno; no fue el pueblo el que decidió. Hoy día esa responsabilidad es mía, suya y de cada uno de los costarricenses. Otro motivo más por el cual no puedo ser neutral.
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