19.2.07

Pronunciamiento del clero alajuelense contra el TLC

Nosotros Sacerdotes y Diáconos de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Alajuela y que servimos en las distintas parroquias de la misma, en ejercicio de nuestros derechos, deberes y responsabilidades como ciudadanos en ejercicio, fieles al sentimiento expresado por nuestros Obispos en su Carta la “Madre Tierra”, donde se nos invita a “mantener una actitud profética de anuncio y de denuncia, de tal manera que alabemos todas aquellas acciones que favorezcan el desarrollo de indígenas y campesinos, pero también que seamos su voz cuando se cometan atropellos, injusticias e irrespeto a la dignidad humana de estas poblaciones” (2 de Agosto, 1994 Nº 72,3). Queremos ante la opinión pública costarricense fijar nuestra posición frente al proyecto del T.L.C. entre los Países Centroamericanos y República Dominicana con los Estados Unidos de América que se discute en nuestra Asamblea Legislativa actualmente.

Nos motiva el hondo sentimiento patriótico y cristiano que nos une a todos los sectores sociales de nuestra Patria, en espacial a los obreros, medianos, pequeños agricultores y campesinos, tal como lo expresó Monseñor Bernardo A. Thiel: “… la Iglesia, como protectora nata de los trabajadores y de los pobres, ha tomado la defensa de ellos…” (Carta sobre “El Justo Salario” del 05 de Setiembre 1893). Así mismo seguimos el magisterio social de nuestros obispos en Costa Rica cuando nos dicen:

“Nuestros pequeños y medianos agricultores no logran levantar cabeza. Viven crucificados por insumos a precios astronómicos, por interés bancarios sumamente elevados y por intermediarios que sólo piensan en ganar ellos, sacrificando por igual a productores y consumidores. Los Obispos de Costa Rica demandamos justicia y estímulo para nuestros agricultores. Tenemos absoluta certeza de que es el único camino para que el país cuente pronto con alimentos suficientes para atender a su población y poder también exportar. La certeza nos la da la gallardía de nuestros agricultores en su bien probado amor al trabajo.” (Carta Pastoral del Episcopado Costarricense, “Unidos en la Esperanza” del 01 Diciembre de 1981).

Así mismo los Presidentes de las distintas Conferencias Episcopales de los distintos países del área centroamericana en su Mensaje, “Nuestra Salvación es Cristo” del 15 de Setiembre de 1984, son enfáticos al decir:

“La Iglesia desde el tiempo de la Colonia ha querido estar al lado del hombre Centroamericano para acompañarlo ante el desafío que le plantean los conflictos sociales de su tiempo. Recordamos aquellos beneméritos sacerdotes y misioneros que fueron nombrados Protectores de los indios ante las Cortes españolas luchando valerosos por la dignidad y los derechos fundamentales de nuestros aborígenes. Desde entonces hasta hoy la Iglesia fiel a la misión que le confiara su Divino Fundador, ha continuado acompañando el camino de nuestros pueblos, inundando con la luz del Evangelio sus gozos y esperanzas, sus tristezas y sus angustias. Y hoy, como ayer ha llegado hasta derramar su sangre en algunos de sus hijos, incluso Obispos, para defender los derechos de los MARGINADOS, POBRES Y CAMPESINOS,” (Subrayado nuestro).

Es más, el Segundo Sínodo Diocesano de Alajuela (Febrero, 2000) en el número 753 afirma:

“Es común encontrar en cualquier sitio del país que los actuales jornaleros eran, no hace mucho, dueños de sus tierras y fueron obligados a deshacerse de sus propiedades, convirtiéndose de hecho, en víctimas de los nuevos inversionistas”.

El mismo Sínodo Diocesano, antes citado, que para nosotros tiene un carácter vinculante en Alajuela, nos pide a todos los Agentes de Pastoral:

“Promover y apoyar alternativas económicas solidarias para los pequeños y medianos agricultores, conforme al Magisterio Social de la Iglesia, para contrarrestar el problema de la migración rural, y vivan dignamente en sus ambientes de origen, manteniendo sus raíces culturales” (Nº 347).

Consideramos que el actual proyecto de l Tratado Comercial que se discute en la Asamblea Legislativa trae como consecuencia grandes lesiones a los intereses de nuestros medianos, pequeños agricultores y campesinos, que se vienen dando desde los Paes y que se acrecientan aún más en este Convenio, afectando la praxis pastoral en cuanto que:

1) Produciría disgregación del campesino costarricense, forzado a competir con agricultores subsidiados por el gobierno de EE.UU con sumas excesivas.

2) Miles de hombres y mujeres campesinos se verían obligados a emigrar, sea al exterior, como a EE.UU tropezando con grandes muros de concreto.

3) Esta migración significará desintegración de los núcleos familiares, pérdida, de valores propios del ser costarricense y la cultura campesina.

4) Descampenización del agro costarricense que traería como consecuencia el surgimiento de amplios anillos de miseria, hacinamiento en tugurios, más prostitución, mendicidad, drogadicción, saturación de servicios públicos de salud, educación y de telecomunicaciones.

5) Pérdida de valores y prácticas de devoción de fe cristiana popular, por ejemplo, las prácticas sacramentales y el ausentismo en la asistencia dominical a nuestras iglesias parroquiales y filiales, así como la búsqueda de otras expresiones de fe, extrañas a nuestra cultura costarricense.



Por todo esto, nos oponemos a la forma en que está planteado el actual proyecto de Tratado de Libre Comercio de Centroamérica, República Dominicana con los Estados Unidos de América que se discute en la Asamblea Legislativa, no así a una revisión del mismo donde se tome muy en cuenta el respeto y la dignidad de miles de medianos, pequeños agricultores, campesinos/as que han sido agentes gestores de esto que llamamos Democracia Costarricense.

Asimismo hacemos una respetuosa exhortación a los presbiterios de las otras diócesis de nuestro país para que al igual que en el año 1975 lo hicieron hermanos sacerdotes de Tilarán en apoyo a la creación del distrito de Riego de Moracia (27 de Abril), del clero de San Isidro del General en defensa del Medio Ambiente y Recursos Naturales (11 de Marzo), y nuestro clero de Alajuela reclamando Reforma Agraria, para que unidos al grito que lanzó nuestro querido Papa Juan Pablo II en su discurso a los campesinos y a los indígenas en Oaxaca , México alcemos la voz de defensa de los campesinos en nuestro país:

“…el grito desvalido, la voz de Dios, la voz de la Iglesia os repite conmigo: no es justo, no es humano, no es cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injustas… trabajad en vuestra elevación humana”. (Carta de los Obispos de Costa Rica: “Madre Tierra.” Nº 74).

Que la Reina de los Ángeles protectora de los pobres y afligidos con su intercesión nos ilumine a caminar por las sendas de la justicia y la paz.



Alajuela, 06 de Febrero del 2007.



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San Ramón

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