1.9.07

¡OJO! Esto dijo en 1997

Ni idiotas ni desalmados


Por René Castro Salazar

El 72 por ciento de los costarricenses piensa que las empresas son del pueblo y que no deben privatizarse, sólo el 51 por ciento sostiene que el libre mercado podrá resolver el grave problema de la pobreza
Talvez más favorecido por su título que por su tesis, el libro Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano causó el año pasado cierta conmoción en América Latina. Este libro, escrito por Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa (Plaza & Janés, 1994), me confirmó la idea de que un nuevo dogmatismo neoliberal se difunde por el mundo.
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En Costa Rica hay también fervorosos defensores de esta tesis. Pero, ¿resuelve el mercado los problemas de desarrollo? El caso costarricense es útil para responder esta pregunta.

El próximo año, los ticos celebraremos el 50 aniversario de la Revolución del 48, uno de los acontecimientos más importantes y de más profundas repercusiones en toda nuestra historia.

Gracias a la obra visionaria y audaz del revolucionario Pepe Figueres y de quienes con él se alzaron en armas para constituir la Junta Fundadora de la Segunda República, en nuestro país se dieron tres pasos gigantescos: la abolición del ejército, la creación de un modelo económico-social en el que se han combinado armoniosamente desarrollo y justicia, y el fortalecimiento de la democracia.

En los últimos 50 años, en la mayoría de los países latinoamericanos hubo dictadores, persecuciones, violencia armada, migración masiva y creciente deterioro de las condiciones de vida.

En Costa Rica, en cambio, se desarrollaron los métodos y la institucionalidad propias de la democracia representativa, se afianzó el civilismo y se pasó de una sociedad agrícola, descalza y analfabeta a otra con agricultura modernizada, un fuerte desarrollo industrial, una ampliación constante de los servicios y una mejor distribución de la riqueza.

Según la Organización de las Naciones Unidas, esto llevó a Costa Rica a ocupar, en los últimos años, uno de los primeros lugares en América Latina en el ámbito del desarrollo humano.

¿Cuántos de estos avances no hubieran sido posibles si el país se hubiera dedicado a comprar fusiles y cañones?

A cincuenta años, un balance

El 50 aniversario de la Revolución nos dará a los costarricenses la oportunidad de hacer un balance de las ejecutorías de don Pepe Figueres, quien cambió las armas por libros y medicinas, y realizó trascendentales acciones que nos han permitido ocupar el lugar 31 en el Indice de Desarrollo Humano (Idh). Esto contrasta con el lugar 54 que ocupamos en el Pib. Hace poco el Dr. Geoffrey Sachs, profesor de la Universidad de Harvard, señaló que no existe otro país que tenga tanta diferencia entre ambos índices.

Este camino de desarrollo con democracia y justicia social permite, por ejemplo, que en 1997 el 35 por ciento de los estudiantes reciban una segunda lengua en las escuelas públicas y que para el próximo año el 100 por ciento de los colegios de segunda enseñanza tengan un laboratorio de cómputo, que se podrá conectar a Internet.

Asimismo, que el 100 por ciento de los ciudadanos y de los extranjeros residentes en Costa Rica estén cubiertos por servicios médicos y que el 25 por ciento del territorio se destine a la conservación de las especies animales y vegetales, donde, además, no se permitan ahí hoteles ni minas.

Creo que el caso de Costa Rica demuestra que las "verdades" del Manual del Perfecto Idiota no son definitivas y que existen vías opcionales que pueden proporcionar bienestar y distribución equitativa de la riqueza generada por todos.

Además, se confirma que las propuestas basadas en el libre mercado no son más que la resurrección de mitos que nos pueden conducir a más fracasos, desigualdades, injusticias y frustraciones.

Mayoría contra la privatización

En 1997 las respuestas que hemos dado los costarricenses a una encuesta pública nos ubican, sin la menor sombra de duda, entre los perfectos idiotas latinoamericanos. Sólo un 51 por ciento de los ticos cree en el libre mercado como alternativa para superar la pobreza, mientras un 72 por ciento piensa que las empresas del Estado son del pueblo y no deben privatizarse.

Además, el 83 por ciento considera que el Estado debe proveer vivienda, educación y salud a los ciudadanos.

Estas respuestas pondrían los pelos de punta a los autores del Manual. Demuestran, sin embargo, que, cuando de desarrollo humano se trata, más vale parecer "idiotas" que ser "desalmados".

La mayor parte de mi vida la dediqué a la total liberación de mi pequeña Patria.

2 comentarios:

Julia Ardón dijo...

La gente cambia.
Se reacomoda.
La fe es que muchos equivocados o equivocadas que hoy quieren votar Sí, se decidan por votar NO.

Por eso no hay que generalizar, precisamente porque la gente cambia. Alguna gente que fue de izquierda en los 80 hoy es promotora del TLC como la misma Amparo Pacheco ( Johnny Araya, etc) ...entonces...por qué alguien que hoy es del Sí, no podría ser mañana del NO?

Conclusión a la que quiero llegar:
Hay que seguir trabajando!! y no descalificar.

Carlos Luis Fallas c.c Calufa dijo...

Seguimos trabajando, somos constantes y parece que el respeto se gana más por esa vía que por lo que digamos ayer y lo que diganos hoy...